martes, 13 de marzo de 2012

huellas de pehuen có

la prehistoria de Pehuen-Co
página12 - 17/04/2005
texto y fotos de Graciela Cutuli

A primera vista, es un balneario donde el bosque y el mar conviven armoniosamente. En una segunda mirada, se puede descubrir que esta localidad cercana a Bahía Blanca atesora uno de los yacimientos paleontológicos más importantes de la Argentina.

 Dra. Teresa Manera de Bianco, descubridora de las huellas prehistóricas de Pehuen-Co.

Pehuen-Co es uno de los balnearios más lindos, y también más íntimos, de la costa argentina. A pocos kilómetros de Bahía Blanca, donde termina la “panza” de la provincia de Buenos Aires, el viento hace ondular las altas copas de su bosque, extendido junto a una ancha playa de arena que por la mañana temprano y después del atardecer recobra toda su soledad, sin más sonidos que el mar y los pájaros, y sin más gente que los paseantes ocasionales que dejan sus últimas huellas en la arena. Aquí, entre calles de arena y curiosidades como la “casa barco” –una rara construcción que imita exactamente la estructura de un buque–, veranean sobre todo habitantes de la Patagonia y gente de los pueblos agrícolas del interior de la provincia, que sostienen un ritmo turístico constante a lo largo de todos los fines de semana del año. Sin embargo, Pehuen-Co tiene un interés que excede ampliamente sus encantos como balneario: aquí se encuentra un increíble yacimiento de huellas fósiles que hace de esta porción de costa una ventana casi transparente al más remoto pasado de nuestras tierras. Y como tantas otras veces, el descubrimiento fue fruto de una casualidad.

MILES DE AÑOS ATRAS...

En Pehuen-Co, el tiempo se mide en mucho más que siglos: hay que contarlo por milenios si se quiere reconstruir el tiempo en que esta porción de costa era una llanura cubierta de arbustos y pastos, envuelta en un clima frío y seco. Estamos en el Pleistoceno, hace unos 12 mil años. El mar no llegaba hasta la línea actual sino que se encontraba retirado varios kilómetros. Cerca de la costa, la lluvia formaba lagunas donde se concentraban los animales. Las siluetas mayores eran de los megaterios, gliptodontes y macrauquenias, los ejemplares más grandes de fauna prehistórica en esta parte de la Argentina. Junto a ellos toman agua patos, flamencos, guanacos... la aparente frescura de las huellas que quedaron grabadas en el barro, un día cualquiera, hace que cueste creer que entre aquella escena cotidiana del pasado y el turista de hoy medien al menos doce milenios. Los cambios climáticos hicieron mermar las lluvias, y con la ausencia de precipitaciones las lagunas fueron disminuyendo hasta convertirse en barriales: en esos mismos barriales se fueron secando las últimas huellas, hasta que en su eterno vaivén el mar las cubrió a los ojos indiscretos.

Tendría que pasar mucho, muchísimo tiempo, para que en un paseo por la playa la Dra. Teresa Manera de Bianco, paleontóloga de la Universidad del Sur, las descubriera después de una fuerte tormenta. Era el año 1986. La sudestada había dejado una gran porción de playa al descubierto, y en esa porción de terreno extremadamente frágil estaba impresa una vívida escena del pasado. La misma que fue reconstruida en el pequeño Museo Ameghino de Pehuen-Co (una dependencia del Museo Darwin de Punta Alta), donde se ve a los megaterios y gliptodontes, junto a los guanacos, tal como debieron haber sido cuando dejaron sus huellas impresas para siempre. O casi, porque el yacimiento –que tiene unos tres kilómetros de extensión– es de una fragilidad extrema.


SALVEMOS LAS HUELLAS

Desde el descubrimiento –que se fue dando con el tiempo, ya que nuevos sectores iban apareciendo de a poco, según el movimiento del mar–, la Dra. Manera concentró sus esfuerzos en salvar las huellas de la erosión a las que la somete el mar. En pocas palabras, hoy explica el valor de este afloramiento: “El yacimiento de huellas fósiles de Pehuen-Co está constituido por capas de limo arcilloso que asoman entre la arena de la playa a lo largo de más de tres kilómetros de costa. Estas rocas presentan numerosas huellas de diferentes tipos de aves y mamíferos que vivieron en la región hace unos 12 mil años. Su importancia paleontológica radica en la calidad y cantidad de las huellas presentes, muchas de ellas pertenecientes a grandes mamíferos extinguidos. Además, muchos de ellos habitaron exclusivamente en América del Sur, por lo que Pehuen-Co constituye un yacimiento único en su tipo”. El gran objetivo de la Dra. Manera, después de haber logrado el año pasado un importante reconocimiento internacional por su ingente labor de preservación, consiste en crear una reserva que permita a la vez visitar y proteger las huellas: hoy en día, los estudiantes de la Universidad del Sur que funcionan como guardianes voluntarios del lugar no tienen mayores recursos para detener eventuales abusos, como los de quienes caminan sobre las huellas o transitan por la playa con vehículos que pueden destruir fácilmente estos fragmentos, impresos en un terreno tan frágil que se desmenuza con sólo tocarlo. Al mismo tiempo, se intenta sacar impresiones de las huellas en materiales duraderos, para que, si la naturaleza cumple su obra inexorable, al menos quede para el futuro un testimonio sobre la riqueza de este yacimiento.

Mientras tanto, los visitantes pueden acercarse al yacimiento gracias a los guías, que responden a todas las dudas y curiosidades, y explican cómo cuidar el terreno costero donde están impresas las huellas. Como las visitas guiadas –en auto o a pie– salen desde la Delegación Municipal, donde funciona una pequeña sala-museo de Ciencias Naturales, antes de empezar o al regresar vale la pena recorrerla e interiorizarse un poco más sobre este lugar, cercano en la geografía, pero tan distante en el tiempo.




Instan a proteger huellas prehistóricas (Pehuen-Co / Monte Hermoso)
nuestromar.org - julio 2009


Son de los grandes animales que habitaron la zona hace 12.000 años; la erosión marina y el tránsito vehicular las ponen en peligro.

Un pequeño grupo de paleontólogos, antropólogos y geólogos realiza desde hace 23 años un esfuerzo contra reloj para proteger una colección única de huellas prehistóricas a poco más de 600 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires.

Diseminadas en las capas arcillosas que forman el suelo de 3 kilómetros de costa bonaerense, esas huellas animales de 120 siglos de antigüedad resisten expuestas a la erosión marina y la despreocupación de los visitantes de la Reserva Natural Provincial Pehuén Co-Monte Hermoso.

"Esa arcilla en la playa se formó hace miles de años en un sitio bajo, donde se juntaban agua y barro. El clima árido y frío lo secaba enseguida y otra tormenta tapaba la capa anterior hasta formar como un milhojas. Ahora, con el ascenso del nivel del mar, la erosión se intensifica muchísimo y se combina con el paso de vehículos por el lugar, que hace que las huellas se quiebren y podamos perderlas", explicó la geóloga y paleontóloga Teresa Manera, directora ad honórem del Museo Municipal Carlos Darwin, en Coronel Rosales, y docente de la Universidad Nacional del Sur (UNS).

Según estudios geológicos realizados por el equipo de especialistas del museo, de la UNS y de la Universidad Nacional de La Plata, esos cinco kilómetros de capas de arcilla semiconsolidada, que están cubiertas por la arena de la playa, siguen por debajo de los médanos hacia el interior del continente. "Por eso son tan delicadas su protección y su conservación: siempre se pueden encontrar huellas y restos fósiles nuevos, cuando el mar los descubre. Ya identificamos 22 especies distintas entre mamíferos y aves que convivieron hace miles de años en ese ambiente de laguna", señaló Manera.

Según informó el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible bonaerense (OPDS), ya se reforzó la cartelería del lugar para prohibir el paso con vehículos -el lugar se debe recorrer a pie- y se está alambrando la zona de la reserva.

En el museo

Gran parte de la información recolectada desde 1986, cuando el esposo de Manera, el doctor Roque Bianco, descubrió las primeras huellas de grandes mamíferos que una marejada dejó a simple vista, se puede apreciar en el museo de Coronel Rosales
(www.muncrosales.gov.ar/museo.asp)

Allí se pueden ver una réplica de tamaño real de un oso perezoso terrestre y moldes de huellas de otros habitantes de ese yacimiento único en el mundo, en el que convivieron megaterios, mastodontes, macrauquenias (herbívoros parecidos a camellos sin joroba y con tres dedos) y gliptodontes (parientes lejanos de los armadillos), además de animales actuales, como los flamencos y otras aves, pumas, ciervos y guanacos.

Pero esas huellas del Pleistoceno tardío, cuando se extinguieron los grandes mamíferos, no son lo único que quedó en las tres áreas en los cinco kilómetros de costa que cubre la reserva, entre los balnearios de Monte Hermoso y Bahía Blanca (ver mapa). "El sector más vulnerable es el de las huellas de animales, que incluyen algunas huellas humanas -precisó Manera-. Pero cerca de los balnearios de Monte Hermoso hay 0,5 kilómetros con gran cantidad de huellas humanas de hace 7000 años y que no están asociadas con los megamamíferos extinguidos, sino con fauna más parecida a la actual."

Tanto las pisadas humanas como las marcas de pelo de megaterios en las huellas de esos gigantes despiertan gran interés científico internacional. "Sería un excelente recurso de turismo ecológico cultural no masivo, pero con protección previa; también están los médanos con flora y fauna autóctonas del pastizal pampeano, que prácticamente está extinguido", propuso Manera.

Por Fabiola Czubaj
29/07/09
LA NACION

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