Amenazas en nuestra Fauna Marina
por Gabriel Francia, Biólogo
Marino, Master en Conservación de Vida Silvestre.
Un elevado número de pingüinos de
Magallanes (Spheniscus magellanicus)
fueron localizados muertos entre febrero y abril de 2015 en la costa del Partido
de Tres Arroyos. Los pingüinos fueron encontrados muertos o agonizantes y todos
eran juveniles de pocos meses de vida, con un claro cuadro de desnutrición. Si
bien fueron observados en toda la costa, se contabilizaron finalmente y por
razones metodológicas solo los aparecidos muertos entre la boca del Arroyo
Claromecó y la boca del Arroyito de Reta, en inmediaciones del campamento
Ambrosius. El transepto estudiado, con
una extensión de 13 Km, fue censado de a pie o desde un vehículo
quincenalmente a lo largo de las playas media y alta entre el 15 de febrero y
el 12 de abril de 2015, examinando y marcando cada ave muerta. El total de
pingüinos muertos hallados durante los dos meses fue de 152 ejemplares, aunque
la cifra real de cadáveres debió ser mayor para ese segmento de playa, debido a
que durante el periodo de estudio sucedieron temporales y hubo incidencia de
animales carroñeros como zorros grises, que frecuentemente arrastraron las
carcasas de las aves fuera del área inspeccionada. Por esta razón hablaremos de
un mínimo de 152 pingüinos muertos, sabiendo que la cantidad real pudo ser
significativamente más alta.
Para entender las características y
dimensión real de lo sucedido,
deberíamos conocer antes algo de la biología de los Pingüinos de Magallanes.
Esta es la especie de pingüino más frecuente en aguas y costas continentales
argentinas, con una distribución en el área de anidación que va desde Tierra
del Fuego hasta el norte de Chubut siguiendo todo el litoral patagónico,
incluyendo la isla de los Estados y las Islas Malvinas. El periodo de anidación
se extiende entre septiembre y noviembre y para los meses de verano, los
pichones ya emancipados de sus progenitores, inician dos rutas migratorias, una
hacia el norte y otra hacia el sur.
Para este momento los jóvenes pingüinos
tienen su plumaje característico, blanco en el vientre, gris pizarra en la
espalda y gris más claro en el área del pecho y garganta, que cuando llegan a
ser adultos, al siguiente año, se diferenciarán en dos bandas negras bien
marcadas. La alimentación de adultos y juveniles está basada en pequeños peces
como pejerreyes, anchoas y sardinas, además de cefalópodos como calamares y
pulpos, que pescan cerca de los sitios de anidación (colonias de miles de aves
conocidas como pingüineras) y a lo largo de sus rutas de migración.
La ruta de
migración septentrional llega por aguas del Atlántico hasta la altura de Brasil
y en este trayecto es que los pingüinos pasan por el litoral costero de la Provincia de Bs. As., que
incluye al Partido de Tres Arroyos y al transepto de nuestro estudio. En este
punto deberíamos pensar la real dimensión de la mortalidad total de pingüinos
durante este año, ya que los 13 Km de costa que se observaron representan mucho
menos del 0,5% del total de costa que debieron recorrer hasta su destino final
en aguas brasileñas. ¿Entonces, cuál podría ser la causa por la que miles de
pingüinos juveniles morirían durante su primer migración anual? solo pudimos
constatar que todos los ejemplares evidenciaron una gran pérdida de masa
muscular, debido a una avanzada desnutrición. Las aves, luego de haber cambiado
su plumaje en las cercanías de sus pingüineras natales patagónicas, necesitan
alimentarse de inmediato ya que sus reservas en forma de grasa e incluso
músculos, a diferencia de los adultos es mínima. La supervivencia de los
jóvenes para ese momento depende de sus capacidades individuales para pescar y
de la disponibilidad de peces en sus rutas migratorias y destino final.
Durante las décadas de los 80 y 90 se hicieron
censos de pingüinos muertos adultos y jóvenes en las costas de los Partidos de
Tres Arroyos y San Cayetano. Las dos causas frecuentes de muertes eran por
entonces empetrolamiento en los adultos y desnutrición en los jóvenes. De todos
modos, por esa época los registros de cadáveres semestrales nunca superaron las
dos decenas de ejemplares, aún cuando se contabilizaban secciones de costa de
hasta 60 Km, muy superiores a las del presente estudio. Esto lleva a un nivel
de preocupación mayor para explicar la alta mortalidad actual, en la que
podemos suponer tendrían que ver fenómenos más actuales como la sobrepesca
humana o el cambio climático global.
La dieta de los pingüinos se va ajustando a
la disponibilidad de pequeños peces y cefalópodos que van localizando en su
migración, si algunas o todas las poblaciones de sus presas no se encuentra en
tiempo y espacio como regularmente lo hacían durante milenios, las escasas
reservas de las aves no soportarían ni el esfuerzo de la natación ni el
mantenimiento de la temperatura corporal. Es entonces cuando algunos pingüinos
buscan salir a tierra firme, donde pueden economizar la pérdida de temperatura
corporal, pero no encontrarán alimento para mantenerla en el tiempo. Obviamente
sobreviene irreversiblemente la muerte en cuestión de horas o días. Otros
ejemplares mueren en el mar y son arrastrados a alguna costa cuando el viento y
el oleaje se orienta hacia tierra firme, otros nunca llegarán a ninguna playa
por ser alimento de sus predadores o por sufrir descomposición natural.
Otras
especies encontradas durante el estudio.
También se
encontraron en el período de observaciones, aunque en números más bajos, tres
especies de aves marinas y una de tortuga marina muertas, fueron dos gaviotas
cocineras (larus dominicanus), un
petrel de especie no determinada, un playero (Calidris sp.) y una tortuga verde (Chelonia mydas).
En el caso de las aves, solo se pudo determinar la
causa de muerte en el playero, que fue atropellado por un vehículo a alta
velocidad.
Un capítulo aparte merece la tortuga verde, ya que se trata de una
especie más rara y en peligro de extinción, que se reproduce en aguas
tropicales de Brasil y el Caribe y que llega a las costas argentinas durante su
migración alimentaria.
El ejemplar analizado lamentablemente murió al ingerir
una carga elevada de residuos plásticos, colapsando así su tracto digestivo
(ver fotos). La dieta de las tortugas verdes es básicamente vegetariana (pastos
marinos y algas), aunque eventualmente ingieren algo de fauna acompañante como
medusas, gusanos y cangrejos.
Los plásticos de dimensiones pequeños que se
hallaron en el estómago de la tortuga muerta en Claromecó pudieron ser
confundidos por el animal con trozos de algas o medusas pequeñas.
La excesiva
cantidad de residuos indigeribles mostraba en extremo inflamado y obstruido el
primer tramo de su aparato digestivo, imposibilitando que el alimento vegetal y
natural pudiera circular por el tracto y así ser absorbidos sus nutrientes.
Diversos estudios han demostrado que toneladas de residuos plásticos llegan
cada día a los océanos, y lamentablemente nuestro litoral costero no escapa a
ello. Los materiales plásticos arrojados a la naturaleza como trozos de bolsas,
tapas de bebidas, restos de recipientes, etc. pueden demorar siglos para ser
degradados, mientras se mantienen en suspensión en las aguas abiertas y
costeras, donde diversas especies de reptiles, aves y peces que evolucionaron
hace millones de años no las reconocen como lo que son y las ingieren
confundiéndolos con alimento.
Las acciones para la solución.
En términos de conservación, cuando estamos
frente a especies de amplia distribución geográfica y ciclos de vida complejos
que involucran migraciones de alimentación y de reproducción, como es el caso
de nuestros pingüinos de Magallanes y la tortuga verde, reducir sus amenazas es
una tarea difícil, pero para nada imposible. Está claro que las estrategias de
conservación deberían estar enfocadas tanto a un nivel regional involucrando
las acciones de varios países, como a un nivel más local, donde los ciudadanos
comunes podemos actuar y contribuir al menos con paliativos.
En el caso de los pingüinos es posible el
rescate de los ejemplares desnutridos pero aún vivos, para conseguir su
recuperación a través de una alimentación
y atención adecuadas por un tiempo relativamente breve, hasta su
reinserción en la vida silvestre. También en el ámbito local, contar con un
centro de rescate para especies marinas sería más que satisfactorio, tanto para
pingüinos como el resto de la fauna marina y costera que frecuentemente ocupan
ayuda y atención debido a traumatismos, empetrolamiento o desnutrición.
Adicionalmente los centros de rescate contribuyen a las comunidades que lo
manejan en lo turístico y educativo.
Combatir la contaminación de nuestras
playas y cuerpos de agua, aunque es un proceso iniciado, tiene bastante por
resolver, alcanza con ver la cantidad de residuos sólidos que descubre el mar
cuando las corrientes y vientos lo permiten, a lo largo de toda la costa y
durante todo el año. Además de pensar en procesos de limpieza, es bueno pensar
en cambios en nuestras actitudes de consumo y en la responsabilidades sociales
y ambientales de las empresas que producen los contaminantes, la mayoría de las
veces evitables.
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