martes, 18 de mayo de 2010

El rol de las Entidades Protectoras y el Rol del Estado.

Por la Dra. Marta Dobry

Rol de las entidades protectoras. Rol del Estado.
En quienes se ocupan de la problemática de perros y gatos, con bastante frecuencia se parte de la idea de que "la historia comienza cuando yo llego", y entonces siempre hay que empezar desde cero, como si nada hubiera sucedido en tantos años de proteccionismo… Lo primero que tenemos que tener claro es que ser "eutanásico" no es sólo matar animales con las propias manos, sino también justificar o avalar que otros lo hagan. Y éste es el riesgo de transitar esos viejos caminos recorridos por muchas entidades "protectoras" que sirvieron (consciente o inconscientemente) tanto para avalar lo que se hacía en esos entes públicos (matar perros y gatos) como para avalar lo que no se hacía (castrar en forma masiva, gratuita, sistemática y extendida, y proveer servicio veterinario).
Y, ¿cómo sirvieron para avalar eso que se hacía y eso que no se hacía?: creyendo en los mitos difundidos por los malos funcionarios. Aquí vamos a analizar 3 de esos mitos:
Mito 1: "la culpa es de la gente, que es mala e irresponsable, que abandona, que le falta educación, que no adopta" (y –cabe agregar- que es la que les paga el sueldo a ellos) y también "la gente, que no toma conciencia de que tiene que hacer castrar a su animal"
Mito 2: "la culpa es de las entidades, que no se hacen cargo de su rol, que consiste en retirar a los animales sin dueño para conseguirles hogar, o para llevárselos a sus propias casas o refugios, y que tampoco toman a su cargo (pagándoles a veterinarios privados, por supuesto) la castración y la atención veterinaria de los animales sin dueño.
Mito 3: "la culpa jamás es de los funcionarios, que están obligados a hacer lo que hacen porque cargan con las consecuencias de lo que la gente y las entidades hacen mal" (cuando, obviamente, es justo al revés).
Analicemos brevemente estos mitos:
1. La gente:
Si bien es cierto que existe gente mala, irresponsable, que abandona, que no adopta, a la que le falta educación, es sabido que la única forma de lograr ciudadanos responsables (en cualquier tema) es a través del ejemplo y la acción, fundamentalmente de los gobernantes. Ya está comprobado que donde el Estado trabaja bien, la gente responde bien, demostrando que la mayor parte de la gente no es ni tan mala, ni tan ignorante o irresponsable como se dice.
2. Las entidades protectoras
Su rol no es el de hacerse cargo de las consecuencias de lo que los funcionarios hacen mal o no hacen, sino que su rol es: denunciar estas situaciones, luchar para que se logre legislación adecuada y luego controlar que el Estado la cumpla. Porque ése es el rol de cualquier ONG.
Y si no, vayamos a algunos ejemplos:
* Una entidad defensora de los Derechos Humanos denuncia diversas violaciones a estos derechos, reclama leyes que los protejan, o –si ya existen- exige su cumplimiento. ¿A alguien se le ocurriría como respuesta: "Bueno… si no les gusta, llévense a sus locales o a sus casas a las víctimas cuyos derechos fueron violados"?
*Una ONG, por ejemplo Greenpeace, denuncia que se está contaminando el agua de los ríos con residuos tóxicos, y exige que se respeten las leyes al respecto. ¿A alguien se le ocurriría como respuesta: "Bueno… si no les gusta, encárguense ustedes de hacer la depuración de las aguas contaminadas, llévense a sus locales o a sus casas los residuos tóxicos, y también llévense a las víctimas de esa contaminación, y denles atención médica"?
Por supuesto que en todos estos ejemplos queda claro cuál es el rol de las ONGs y resulta obvio lo ridículo de esas respuestas hipotéticas. Sin embargo, en las entidades que se ocupan del tema de perros y gatos todavía persisten esas ideas equivocadas, que conducen a que algunos –sin quererlo- se vuelvan cómplices.
3. Los funcionarios:
En cuanto a los mitos sobre su no-culpabilidad, caben algunas reflexiones:
* los funcionarios no son "los dueños de casa" en sus puestos de trabajo, ya que las dependencias públicas pertenecen a la comunidad.
* nadie obliga a nadie a ser funcionario, sea de la categoría que sea (presidente, ministro, director de un antirrábico, veterinario municipal, jaulero u ordenanza). Ellos son los que eligieron ocupar esos cargos, cobrando sueldos (altos o bajos, pero fue su elección) que les paga la comunidad, para que trabajen para la comunidad.
* los malos funcionarios suelen apelar a frases como "cuando las cosas se desbordan tenemos que tomar medidas difíciles". Es importante resaltar que por ejemplo en Almte. Brown (Prov. de Buenos Aires), ya hace varios años que la Municipalidad no usa la excusa del "desborde" para matar animales, ya que esta excusa es utilizada sólo en los lugares donde matan porque lo que quieren es seguir matando, negándose a trabajar correctamente, y conduciendo ellos mismos a esos "desbordes"… ¡de los que después se quejan!
Es indispensable desterrar estos mitos, porque de lo contrario, la escena resulta así: las entidades protectoras acusan a la gente de todo lo que ya mencionamos, y la gente acusa a las entidades de no hacerse cargo; y –mientras tanto- los malos funcionarios se restriegan las manos, viendo ese fuego cruzado que a ellos los deja indemnes. Pero tenemos que entender que los primeros que tenemos que desterrar esos mitos y tener claro cuál es nuestro rol somos nosotros. Por eso, mientras esos mitos sigan vigentes en las entidades protectoras, y sigamos dejándonos embaucar con respuestas que nadie más admitiría, no vamos a poder convencer a la comunidad de que no deposite en las entidades problemas y responsabilidades que le corresponden al Estado, ya que le competen a la comunidad en su conjunto, y el Estado es –precisamente- "la comunidad organizada". Y mientras sigamos sosteniendo esos mitos, tampoco vamos a lograr que los funcionarios se hagan cargo de lo que les corresponde.

Colaboración… ¿o colaboracionismo?
Entidades cómplices de la matanza de perros y gatos.
Cuando se colabora con una entidad pública, como un antirrábico que mata animales (activa o pasivamente), se corre el riesgo de transformarse en cómplice. ¿Cómo y por qué?
1) Se les provee el barniz que ellos necesitan para seguir matando, ya que allí "trabajan proteccionistas". De hecho, en los municipios donde imperan la muerte y la desidia, los funcionarios no pierden oportunidad para declarar ante los medios que ellos trabajan "en conjunto con protectoras de animales"…
2) Les viene fantástico que vaya gente a limpiar y a dar de comer a los animales, tareas que deben cumplir ellos, ya que para eso reciben el sueldo que la comunidad les paga.
3) Les viene bárbaro tirarle encima a la gente que colabora la responsabilidad de las adopciones y de la atención veterinaria de los animales, atención que –en general- esa gente pasa a pagar de su propio bolsillo.
4) Los malos funcionarios logran así su objetivo de que los particulares cedan al chantaje, que puede sintetizarse en: "si ustedes no quieren que los matemos, llévenselos".
5) El planteo inicial de la buena intención del "colaborador" generalmente es: "las autoridades de aquí son insensibles y les interesan 3 pepinos los animales, así que tenemos que colaborar como podamos en lo que sea (darles de comer, pasearlos, limpiar) y también sacar animales del antirrábico, para salvarlos de la muerte (activa o pasiva) que allí les espera". Pero al poco tiempo comprueba que -por más buena que sea su intención- el horror continúa… y el "colaborador" comienza a encubrir el horror, porque aparece el miedo. Miedo a que –si denuncia lo que allí ocurre- los funcionarios se "enojen" y dejen de hacerle el "favor"… Porque considera "favor" a que le "permitan" ingresar al antirrábico, limpiar y dar de comer. También ve como "favor" que no maten a algunos animales y le "permitan" sacarlos y darlos en adopción o llevárselos a su casa o refugio; o a que le den turnos para castraciones. O tienen miedo de que si los funcionarios se enojan, tomen represalias contra los animales alojados en el antirrábico; o también porque el "colaborador" tiene un refugio que está bajo permanente amenaza de allanamiento o de desalojo municipal.
Y entonces, cuando el "colaborador" encubre el horror y los delitos que allí se cometen, se transforma en colaboracionista.
6) Con mucha frecuencia, los que han "colaborado" con buena intención al principio con esos entes oficiales hicieron un proceso de involución casi inevitable, porque necesitaron encubrir el horror y sus causas hasta para con ellos mismos. Y así terminaron justificando las acciones de los funcionarios y dedicando su energía a descubrir cuál es el "mejor" método de matanza de animales; o a refaccionar las jaulas y calefaccionar… pero para hacer confortables las últimas 48 horas de sus vidas, porque terminan convencidos de que la solución es matar… "pero rápido, y con métodos piadosos" (¿¿¿???). Y esto sucede porque cuando los que colaboran con esos lugares se dan cuenta de que como particulares no pueden encontrar casa para todos, ni llevarse a todos a sus propias casas o refugios, ni pagar veterinario y tratamientos para todos, terminan conformándose con salvar a algunos y avalar la muerte de los demás.
Hay quienes dicen –para justificar esta complicidad- que hay cosas que "están más allá de uno", y es cierto. Pero otras no. Porque hay cosas que sí dependen de nosotros: 1) informarnos correctamente, aprovechando en beneficio de los animales la experiencia acumulada; 2) no encubrir, no transar, y sí denunciar a estos entes oficiales que –respondiendo a las presiones de los Colegios de veterinarios- siguen insistiendo en matar y/o en no trabajar; 3) movernos para que los Concejos Deliberantes de cada municipio aprueben la Ordenanza que prohiba sacrificar (sin admitir excepciones) y obligue a los antirrábicos a realizar las castraciones masivas, gratuitas, sistemáticas y extendidas a los barrios y a dar servicio veterinario; y 4) presionar luego para que el Ejecutivo municipal cumpla la Ordenanza.
En el Centro Municipal de Sanidad Animal y Zoonosis de Almirante Brown también se trabaja en esa dirección. También allí la entidad protectora local logró (no transando, y teniendo claros los objetivos) que se aprobara la Ordenanza que prohibe matar animales y que obliga al ente estatal a realizar el control de la superpoblación a través de las castraciones masivas, tarea que están intensificando día a día. Y también existe la voluntad y decisión política de las autoridades del Dpto. Ejecutivo de cumplirla.
Nada de esto se hace en los lugares donde quieren seguir matando, castrando cifras irrisorias que jamás lograrán controlar la superpoblación, y descargando en la gente y en las ONGs las responsabilidades que le competen al Municipio. La experiencia de Almirante Brown deja claro que a los funcionarios (desde el Intendente hasta el jaulero) no los necesitamos "sensibles", sino que lo que se necesita es que hagan lo que deben hacer. Pero para que lo hagan es indispensable que las entidades protectoras tengan claros los objetivos, no transen y no confundan su rol.
Quienes se consideran no-eutanásicos no deben incursionar en situaciones que inexorablemente se transforman en complicidad, por lo que llamamos a reflexionar a quienes estén involucrados en este tipo de situaciones para que modifiquen su accionar. Pero si decidieran no modificarlo, comprendan que no pueden seguir considerándose ni presentándose ante nadie como "no- eutanásicos".

Marta Dobry
(*) ONG: Organización No Gubernamental

No hay comentarios:

Publicar un comentario