sábado, 8 de agosto de 2009

la fuerza del proceso de socialización en el gato




Rubén Gatti (*) Médico Veterinario

Durante los días de Semana Santa del año 2007, estuve visitando la reserva natural de la Laguna del Iberá en la provincia de Corrientes. Es un lugar maravilloso que está a 100 km por un camino de ripio y tierra de la ciudad de Mercedes. Allí sobre la costa norte de la laguna se encuentra la colonia Carlos Pellegrini, un pequeño pueblito de 700 habitantes, donde se puede obtener alojamiento y hacer los paseos de avistaje de una enorme cantidad de flora y fauna silvestre. Normalmente se ven yacarés, carpinchos, ciervos, monos y una infinidad de aves de todo tipo y tamaño. Desde ya que los aficionados a la flora también tienen su paraíso.
Dentro de este paraíso, hubo un animalito que me sorprendió. El último día, estaba charlando con uno de los guarda parques que tienen su base a la entrada de la laguna, y apareció una hermosa gata montés, que según ellos, los visitaba asiduamente, sobre todo en estos días ya que había tenido cría y trataba de conseguir comida de sus amigos humanos.
En cuanto la vi pasar, quedé más que sorprendido ya que es muy difícil, casi imposible ver a estos felinos en la naturaleza y mucho menos paseando tranquilamente en un lugar lleno de humanos. Las pocas veces que he podido ver un gato montés vivo, ha sido en la jaula de algún zoológico.
Entonces me contaron la historia, esta gata había sido adquirida de muy pequeña por una familia de Mercedes, que la crió a mamadera con lo cual se deduce que se produjo una muy buena socialización de esta gatita con los humanos de la familia, todo anduvo bien hasta que llegó a alrededor de los 6 meses de edad, en ese momento los gatos tienen un fuerte impulso a desarrollar su actividad cazadora, y esto es independiente de que tengan o no hambre, o sea que aunque hayan comido muy bien, el instinto cazador no lo pierden y si tienen la oportunidad van a tratar de cazar cualquier cosa que ellos consideren que es una presa.
Entonces parece que comenzaron a desaparecer algunas gallinas del vecindario y como es de imaginar los vecinos se dieron cuenta enseguida de quien era el responsable.
Entonces la familia decidió llevar la gatita al puesto de guardaparques de la laguna del Iberá y se la dejaron a ellos, en total libertad.
Cualquiera hubiera pensado que al dejar la gata en este medio natural se habría internado en el monte y no se hubiera visto nunca más, pero no fue así ya que la gata ahora hace su vida como más le gusta, está un tiempo en el monte que rodea a la laguna y otro tiempo está con los guardaparques que la llenan de mimos (y también de comida). Pero la gata sigue cazando en la zona por lo cual es obvio que su motivación para acercarse a los guardaparques no es la comida sino su compañía.
A consecuencia de esta historia me puse a pensar en lo importante y fuerte que es la socialización temprana de los felinos.
Quiero aclarar que no estoy propiciando el mascotismo o sea la tenencia doméstica de especies salvajes ya que soy un enemigo de estas prácticas, pero me impresionó la impronta que dejó la socialización de esta gatita como una marca a fuego que se mantiene con el tiempo.
Según las investigaciones del etólogo de felinos el Dr. Patrick Pageat, durante las primeras semanas de vida, el gatito pasa por un período llamado de socialización, donde aprende fundamentalmente a relacionarse con el medio que lo rodea y sus integrantes. El período de socialización al humano comprende desde la 2ª a la 7ª semana de vida y se observó que en ese tiempo se debe manipular por lo menos 40 minutos diarios y es más efectivo si intervienen varias personas.
Esto hará que el gato cuando sea adulto, tenga una buena relación con los humanos de su entorno y en general con cualquier humano, o sea no se va a esconder ni lo va a agredir y tratará de buscar su compañía. Estos gatos permitirán el contacto físico, las caricias y se relajarán y harán su clásico ronroneo en las faldas de sus amigos humanos.
También es importante que haya contacto con humanos pequeños, los niños pueden ser considerados como otra especie (tanto para el gato como para el perro), por lo cual se deben relacionar tanto con adultos como también con niños. Obviamente que también hay que enseñar a los niños como se debe tratar a un ser vivo para evitar que los lastimen o que se sientan agredidos, lo cual puede producir que el gato huya de ellos en el futuro.

En base a este período de socialización siempre recomiendo a los nuevos propietarios de gatitos domésticos, que comiencen a hacer todas las manipulaciones posibles como cepillado, bañado, corte de uñas, etc. Porque estas actividades de aseo general refuerzan la relación con su propietario, el gatito sentirá que la persona que realiza esta tarea es como su segunda madre. Y además estas tareas se harán fácilmente cuando el gato crezca porque ya se habrá familiarizado con ellas.

Co-Fundador de la Asociación Argentina de Medicina Felina
Artículo publicado en la revista Veterinaria Argentina Vol. XXIV Nº 236, Agosto 2007

No hay comentarios:

Publicar un comentario