viernes, 15 de agosto de 2014

bahía blanca, ciudad costera - nota de pablo petracci

Bahía Blanca, ciudad costera


Escribe Pablo Petracci
 
Recientemente se habló de los beneficios resultantes del relleno con refulado (material extraído del dragado) al sur del Canal Principal, frente a Ingeniero White, en la Isla Lucero. Allí, el Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca planea ampliar sus instalaciones en terrenos que fueron “conquistados” al mar, preludio de un plan más ambicioso que busca expandirse hacia el interior del Estuario de la Bahía Blanca.
 
Cabe preguntarnos, frente a esta circunstancia, cuáles son los beneficios reales en calidad de vida derivados del accionar del puerto y el Polo Petroquímico para la ciudadanía. Basta considerar el tema para advertir que, con ingresos millonarios y una merecida insignia de puerto de aguas profundas, es poco lo mejorado en este sentido. Industrias contaminantes, polución marina, termoeléctricas que favorecen el calentamiento climático, buques regasificadores cerca de la ciudad, reducción de la pesca y problemas sanitarios son algunos de los costos a pagar en nombre del crecimiento de un acotado sector.

Los pobladores de Ingeniero White conocen bien esto. Ellos todavía esperan alguna clase de resarcimiento económico para sus viviendas rajadas, y por convivir a diario con malos olores y ruidos molestos.

El desarrollo del puerto y el Polo Petroquímico desde los años 60 deterioró gradualmente la costa y sus balnearios hasta su desaparición. Bahía Blanca contaba por entonces con una buena oferta de espacios recreativos costeros; balnearios como El Atlántico, La Playita de la Usina y de Galván, Colón y Maldonado (el único activo) yacen hoy silenciosos bajo la infraestructura portuaria-industrial. Pocos conocen la costa bahiense, y el mar cada vez está más ausente del imaginario colectivo.

En un estudio de la Universidad Nacional del Sur, “Los espacios de ocio de Bahía Blanca. Preferencias de la población en relación al uso de su tiempo libre”, se vio que un mínimo porcentaje de la población pasa su tiempo libre en la costa. Esto es ciertamente llamativo, dada la cercanía al frente costero, pero no casual si vemos la pérdida de espacios públicos y accesos libres a este sector.
Los bahienses ya no contamos con la posibilidad real de esparcirnos junto al mar.

Un espacio habitable es aquel que brinda seguridad física y confort, es decir, que mejora la “calidad de vida”, incluyendo las condiciones económicas, ecológicas y culturales, para disfrutar de una vida digna, satisfaciendo las necesidades básicas actuales y futuras.

El dragado a 50 pies, con un Estudio de Impacto Ambiental aprobado pero cuestionado (ya que no se definieron las áreas de volcado de refulado) impactó severamente en los canales La Lista y Cabeza de Buey, dentro de la Reserva Bahía Blanca, Falsa y Verde, afectando los recursos pesqueros, la navegación y a la gaviota cangrejera y el delfín franciscana.

La mitigación fue mínima y nunca se recuperaron sus características originales. Por esto, el estuario fue categorizado como “en peligro” en el libro Faros del Mar Patagónico: Áreas relevantes para la conservación de la biodiversidad marina.

Puerto Cuatreros sobrevive como sitio de esparcimiento costero. Con promesas de trabajo y maquillaje técnico, se presentó el proyecto de dragado hacia Cerri, tras un arduo debate, y ante la existencia de localizaciones viables de menor costo aguas afuera, quedó claro que la expansión hacia el sector interno era -y es- inviable.

Así lo dispusieron universidades, investigadores, organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales, especialistas y la población misma, que no dudó en priorizar su calidad de vida, negando la licencia a un nuevo polo de industrias contaminantes. Un paso más fue dado al proclamar como Área Protegida a los humedales de Puerto Cuatreros. Es tiempo de que se respete su voluntad.
Existe un vínculo muy estrecho entre la sociedad y el mar. En ciudades con mayor número de espacios verdes, la calidad de vida de sus habitantes mejora reduciendo el estrés. Un estudio hecho en Inglaterra, en 48 millones de personas, demostró que vivir cerca del mar tiene un impacto muy positivo sobre la salud física y mental, generando relajación y estimulando la realización de ejercicio y el mantenimiento de una vida más activa.

El conocimiento científico actual debiera ayudarnos a cambiar ciertas conductas erróneas del pasado. El estuario, reconocido internacionalmente, nos provee de múltiples servicios ecosistémicos gratuitos, entre otros la protección contra tormentas y erosión costera (sin ella no existiría el puerto), pesca, recreación, oportunidades de investigación, etcétera. Los “cangrejales”, otrora considerados marginales, hoy sabemos que son factores clave en la arquitectura del ecosistema, la dinámica de sedimentos y su trama trófica.

El Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca firmó un convenio de cooperación con el organismo francés Gie Adefrance. El “Plan Sustentable del Área Metropolitana del Estuario de la Bahía Blanca” que pone énfasis en potenciar el perfil turístico-recreativo de la zona costera, sobre la base de los recursos naturales y culturales del estuario. Considero que al presente, la expansión del puerto ha ido en detrimento de ambos.

Es oportuno que el sector portuario e industrial demuestre un compromiso transparente con los problemas ambientales del estuario y reconozca su valor como recurso natural, cultural y estético.
Este debiera trascender programas televisivos, slogans y auspicios publicitarios, y responder a las necesidades reales y reclamos de la comunidad, pensando en un crecimiento que garantice la sustentabilidad del ecosistema.

de: lanueva.com - 08/07/2014

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